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Reino de las tinieblas

Empujame

Hay veces que no me gusta mi voz. Me parece el sonido más desagradable que existe. Peor aun que el sonido del despertador durante el mejor sueño. En esos momentos, cuando no me gusta mi voz, permanezco callado, hasta que vuelve a gustarme. A veces es poco tiempo el que paso callado, otras veces tengo que esperar un poco más.

 

Otras veces, lo que no me gusta es mi letra. No me gusta como escribo y me mantengo sin escribir hasta que vuelve a gustarme mi letra. A diferencia de con la voz, las esperas para que me guste mi letra son muy largas, por lo que suelo escribir muy pocas cosas.

 

A veces lo  que no me gusta es mi forma de caminar. Entonces me quedo parado. Cuando es mucho el rato que llevo esperando: me siento. Sigo esperando. Las esperas se hacen interminables, pero no puedo avanzar si no me gustan mis pasos. Así que espero.

 

He pasado tanto tiempo esperando que he ido pensando soluciones a cada caso:

Cuando decido no hablar: escribo lo que me gustaría decir. Cuando decido no escribir: hablo, sobre lo que me gustaría escribir. Cuando decido no avanzar: Hablo, escribo, para pedir a gritos que alguien me empuje.

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